Trump y su agenda negativa

Con la sola frase “Yo voy a hablar de Corea del Norte y él me va a hablar de limones”, expresada en la conferencia de prensa realizada previo al inicio de la reunión bilateral con nuestro Presidente, Donald Trump mostró cuál es su principal objetivo al buscar establecer una relación estratégica bilateral con nuestro país.

Su gobierno busca en nuestra región un aliado dispuesto a colaborar para minimizar sus principales amenazas, expresadas hoy en la posible pérdida del poder hegemónico armamentístico mundial y en las nuevas modalidades adoptadas por el terrorismo internacional. Las advertencias y amenazas verbales hacia el presidente Kim Jong-un y los ataques quirúrgicos a centros de operaciones del ISIS en Siria son algunas demostraciones de tal preocupación.

Argentina es uno de los pocos países de Latinoamérica que, por su realidad política e institucional, puede cubrir un rol de tal naturaleza, posición que destaca dadas la creciente fragilidad brasileña y la desgarrante realidad de Venezuela.

La agenda negativa

Narcotráfico y blanqueo de sus beneficios, corrupción, transparencia fiscal y terrorismo y su financiamiento son temas que encabezan la lista de esa agenda. Los hoy llamados ?lobos solitarios? golpearon recientemente en puntos medulares tales como el mítico Parliament del Reino Unido y la simbólica Champs-Élysées parisina.

Los objetivos de esos ataques son las personas, buscando a la vez aterrorizar a la población y dejar en evidencia la incapacidad de los gobiernos de esos países desarrollados para evitar este tipo de acontecimientos.

A dichos lobos solitarios ya no los guía sólo una motivación extremista religiosa. Su accionar encierra un firme cuestionamiento a una forma de gobierno mundial, lo que los convierte en un riesgo mucho más grave para el orden global. Más aún si consideramos que quienes los reclutan son organizaciones con poder territorial y muy diversas formas de financiamiento, entre las que destaca el comercio de petróleo en el mercado negro. Habría que preguntarse quiénes son sus compradores.

Ese panorama debe ser complementado con el abrumador avance de quienes se dedican al tráfico ilícito de estupefacientes y sus indeseables consecuencias, más aún en países social e institucionalmente vulnerables. Argentina está lamentablemente en ese radar.

Han de considerarse también las enseñanzas de casos como el de Odebrecht, que exhibe la capacidad de daño que puede causar una corporación si sus principales negocios los logra corrompiendo tanto a públicos como privados. Esto debe alentar al sector corporativo a ser enfáticos en la adopción de políticas de transparencia en su accionar.

Por fin, ha de tenerse en cuenta que cuantiosos flujos evadidos a los fiscos contribuyeron al desequilibrio macroeconómico del 2009/2010, cuando el déficit consolidado del mundo desarrollado llegó a su récord histórico.

En síntesis, este siglo nos sitúa frente a grandes desafíos y amenazas que ya han demos trado su fuerte capacidad desestabilizadora y encienden luces rojas en el tablero de las estrategias de seguridad nacional.

Aunque nuestro país pareciera haberse encaminado en el sendero correcto, debe tenerse consciencia de que queda un largo camino aún por recorrer si pretendemos no ser afectados por estas grandes fenómenos que intimidan a cualquiera.

Una oportunidad

El hecho de que seamos la sede de la próxima reunión del G20 y la estratégica intención de pasar a ser miembro pleno de la OCDE, nos obligan a comprender que los temas de la agenda negativa internacional empiezan a regir nuestras relaciones bilaterales con los países más importantes del planeta y sería un gran equívoco no aceptarlo.

Esa realidad, más allá de ser desafiante, no deja de ser una interesante oportunidad para fijar temas de interés para atender en nuestra difícil coyuntura económica y social.

Quizás acompañar estas políticas promovidas por los más avanzados ayude a que ellos promuevan nuestra necesaria reinserción en el mundo, haciéndonos ser más atractivos para las inversiones tan esperadas.

En ese marco es dable destacar que quien vaya a ocupar nuestra representación en los EE.UU., hoy vacante, debería tener las cualidades para instalar en la agenda estadounidense los temas que son de interés prioritario para nosotros, pero las aptitudes para atender con la atención y la capacidad requeridas los mencionados temas de una agenda negativa, que hoy configuran una realidad tangible que aparece como prioritaria para una personalidad como la de Trump.